Por Heriberto Urbina Lizárraga

COLUMNA INVITADA

A 82 eternos días para que se acabe la administración estatal de Claudia Pavlovich, todos tienen la misma pregunta ¿Para qué quiso ser Gobernadora? y vaya que es pregunta seria.

Claudia Pavlovich llegó al gobierno del Estado creando una alta expectativa entre el electorado, aseguró que metería a la cárcel a los corruptos de los Padrecistas y que bajo su mandato todo el ejercicio de gobierno sería “honestidad total”.

La triste realidad es que sólo se desquitó con el periodista Jorge Morales Borbón quien fungiera como secretario de Comunicación Social en los tiempos de Guillermo Padrés y a quien Claudia Pavlovich le agarró tirria por las campañas negras que se hicieron en su contra durante la campaña del 2015.

No podemos atribuirle que ella haya metido directamente a la cárcel a Padrés y a su hijo, se sabe que ayudó y motivó tal hecho, pero el daño real vino desde las oficinas de Osorio Chong y de Luis Videgaray.

Claudia y sus funcionarios consentidos, como Miguel Pompa, Jorge Durán, Odracir Espinoza, Adolfo García y Rodolfo Montes de Oca, se encargaron de llevar a cabo una de las persecuciones políticas más encarnecidas en la historia del Estado contra sus adversarios, que derivó en levantones, cateos ilegales, detenciones, liberación de ordenes de aprehensión falsas y hasta extorsiones.

Se llevaron a familias completas entre las patas.

Su promesa de “honestidad total” se fue al basurero ya que el Estado pasó a ser uno de los más corruptos en todo el País. En pocas palabras salieron igual o peor que sus antecesores. Compras infladas, licitaciones amañadas, compra de empresas realizadas por familiares cercanos, fiestas de lujo y un sin fin de excesos e injusticias.

La pandemia ahora sí que les vino como anillo al dedo e hicieron grandes y millonarios negocios en la Secretaría de Salud que dirige su compadre.

En obra pública los sonorenses se quedaron chiflando en la loma, nada de nada en ningún municipio.

No pudo concretar ni la desalinizadora en Empalme y el Hospital a la cual se le pudiera llamar su obra insignia no ha podido concluirla y está llena de observaciones hechas por parte de las autoridades fiscalizadoras.

El hospital era una obra que estaba proyectada en 670 millones y terminó costando más de mil 200 millones de pesos, algo que definitivamente no cuadra ni huele bien.

En lo político, ni un avance, todo para sus amigos y compadres, desde el nombramiento de funcionarios hasta la designación de candidatos a puestos de elección.

Pudiéramos asegurar que Sonora se detuvo en el tiempo, todo se quedó congelado en el 2015 y nada sucedió, nada.

Lo que sí avanzó fue la inseguridad y los feminicidios.

Como primera autoridad del Estado abandonó a Cajeme, Empalme, Caborca y otros municipios donde todos los días hay atracos y matanzas.

Otro rubro que sí avanzó fueron los eventos sociales donde ella y sus amigas estrenaron guardarropa de moda de muy buen gusto y sin repetir.

Los sonorenses no pasamos de la entrega de tinacos, pintura, láminas para techos y uno que otro saco de cemento, de ahí en fuera no se hizo nada.

Entonces, ¿para qué tanto alboroto y desesperación por ser gobernadora?

La Conclusión es que estos seis años fueron totalmente perdidos y podemos asegurar que el gobierno de Pavlovich sin temor a equivocarnos, pasa a ser el peor gobierno en la historia de Sonora, le ganó al de López Nogales y vaya que eso son palabras mayores.

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